6 de enero de 2012

Juventud, divino tesoro

No es la secuencia de una película de acción, ni una crónica del accionar de las “maras”, pandillas armadas en Centroamérica. Se trata del Gran Rosario, por estos días: cinco pibes fueron asesinados. En Marcha (Ar)



Por Pablo Solana. No es la secuencia de una película de acción, ni una crónica del accionar de las “maras”, pandillas armadas en Centroamérica. Se trata del Gran Rosario, por estos días: cinco pibes fueron asesinados. Pero también son jóvenes sus matadores. Una juventud empujada al abismo que encuentra salida en la organización comunitaria y la militancia.

Facu, de 18 años, fue acribillado de 8 disparos por Maxi, de 24, tres días antes de fin de año. Leonel Danonino, de 17, manejaba la moto desde la que el Negro Ezequiel, de 22, disparó en represalia contra el primero, que iba con su novia Sofía y una amiga en un BMW, en Año Nuevo. Maxi, con tres tiros en el cuello, ordenó la masacre que acabó, en un sinsentido, con la vida de Jere, de 17, el Mono, de 19 y Patón, de 21, ejecutados a pura ráfaga de ametralladora por una banda integrada por Damiancito, de 21 y Oscarcito Teletubi, de la misma edad (la policía lo confundió con otro pibe apodado igual, Ariel, de 17, preso esa misma noche por el robo de un departamento). Después, el Negro Ezequiel, para escapar, volvió a abrir fuego contra los matones de los pibes, con su 9 mm. Casi en simultáneo, cerca de allí, por otras causas, en el barrio La Tablada, Ale, de 15, fue acribillado desde otra moto, y Ramón, de 24, recibió balas mortales en Empalme Granaderos (1).

La secuencia que envolvió a los asesinatos de los pibes del Frente Darío Santillán en el barrio Moreno del gran Rosario, junto a los otros dos crímenes de aquella noche, suma cinco víctimas a una violencia constante contra la juventud en las barriadas humildes, que en Santa Fe encuentra a bandas narcos y complicidad policial como factores claves, y sumó 140 casos en el último año (2). La militancia barrial de Jere, Mono y Patón y la organización popular de base que reaccionó disputando la versión mediática oficial y convocando a movilizar, fueron fundamentales: es posible que, en este caso, el alcance nacional del escándalo pueda lograr que las autoridades reaccionen. Pero son pibes también los matadores (los mencionados al principio, de 18, 21, 24 años): las bandas narcos reclutan sin problemas entre nuestra juventud a sus brazos ejecutores, a los muchachos que se sienten aprendices de gangster y, por el privilegio de manejar un BMW en la villa (del jefe de la banda, o, como en este caso, del abogado) (3), se vuelven capaces de acribillar a otros pibes con los que, quizá, se hayan criado juntos.

Plata fácil, autos caros, amparo de sectores del poder, les ofrecen los narcos a los pibes de los barrios donde nada sobra, donde muchas necesidades básicas están descubiertas. Plata fácil, autos caros, poder… ¿No es acaso esa la ostentación de tanta dirigencia política, de los ricos de esta sociedad, de la lógica con la que machacan los medios de comunicación hegemónicos? Ese es el horizonte que propone esta sociedad de consumo, el sistema capitalista, mientras cínicamente condena a la exclusión crónica a poblaciones enteras de barrios como Moreno, La Tablada o Granaderos, donde las familias de estos pibes siguen reciclando subsidios o asignaciones familiares sin trabajos dignos ni futuro mejor a la vista. El sistema pone un horizonte de ostentación mientras condena a los pibes a verse privados de todo. Las bandas narcos no hacen más que ofrecer un atajo. Criminal, de corto vuelo, fratricida: pero atajo al fin. En Rosario, o en la provincia de Buenos Aires (el gatillo fácil y la desaparición de Luciano Arruga), o con las policías bravas de Mendoza y tantas otras, estas situaciones, aunque gravísimas, aún distan de la realidad de control territorial que estas bandas logran en las favelas de Brasil, o en poblaciones de Colombia o México, donde narcos con sus sicarios son la verdadera “autoridad”, ocupando el espacio que dejó vacante el Estado, controlando vía corrupción a las fuerzas de seguridad. Pero la lógica es la misma: ante la desatención estatal, crecen opciones de control territorial que muchas veces logran, a fuerza de los dineros del crimen organizado y las prebendas, niveles de legitimación en las comunidades donde “mandan”.

La organización barrial de base, una alternativa emancipatoria

El caso de Rosario muestra una particularidad, que se vuelve extensible a otras barriadas de nuestro país, y quizás marque uno de los mejores anticuerpos ante estas escaladas criminales con amparo policial, disputando el control en las barriadas: la militancia popular de base en los barrios humildes. El Estado (municipal o provincial, de un signo; o nacional, de otro: da lo mismo) no llega o llega mal, con subsidios para los pobres apenas para evitar el estallido. La Asignación Universal por Hijo logró transferir un ingreso mínimo a las madres de familia, y algunos planes cooperativos generaron focos (insuficientes) de trabajo temporario para los desocupados. Pero el Estado y los medios de comunicación hegemónicos tienen en la estigmatización, la criminalización y el accionar policial la principal política hacia la juventud pobre. No hay, a nivel nacional, políticas sociales o de inclusión para ellos. Estos pibes que no se benefician de la AUH ni tienen la edad o el oficio para integrar una cooperativa de construcción, no encuentran como propuesta del Estado ni escuelas de oficio ni fomento al deporte ni propuestas de contención cultural o educativa.

Son en cambio las organizaciones populares, como en el barrio Moreno, las que generan políticas no sólo de contención, sino de aliento a la participación, al reconocimiento y protagonismo de una juventud que, por esencia, se muestra rebelde, busca desafiar lo establecido, más cuando lo establecido es tan hostil a su mera existencia. El Centro Comunitario inaugurado por los pibes días antes del 20 de diciembre en el barrio Moreno, es el quinto que el Movimiento 26 de Junio (M-26) (4) construye en el Gran Rosario. Allí convoca a las asambleas barriales, después de un año de funcionar de prestado en el patio de la casa de un vecino. La puesta en marcha de una rotisería comunitaria como posibilidad laboral, o una banda de cumbia, eran temas de debate de los pibes en el Movimiento. Pero no se trata sólo de trabajo social: el M-26, como parte del Frente Popular Darío Santillán, propone talleres de formación política en los barrios, y mantiene lazos orgánicos con la CTA local y las agrupaciones universitarias que, después de años de combinar disputa estudiantil y militancia barrial lograron, en 2011, la conducción de la Federación Universitaria (FUR). Los pibes del barrio que asomaban a la militancia iban asimilando esa perspectiva política, sabiendo que la participación en los proyectos del Movimiento es una alternativa al destino de tragedia que les espera a otros de parte de las bandas de delincuentes que se extienden en la disputa territorial. La cumbia, explicaba el Patón con intuición estratégica, sería “para cagarnos de risa, pero también para sacar a los pibes de la esquina”.

El Campamento Nacional de la Juventud “Darío Santillán”, un mes atrás, entusiasmó a los pibes del barrio Moreno, que participaron activamente (ver foto que abre este artículo). Allí Jere, Patón y El Mono conocieron a más de 500 jóvenes de distintas ciudades del país, entremezclaron sus saberes de barrio con los de otros jóvenes trabajadores y universitarios, escucharon los relatos de otras realidades, y reafirmaron su compromiso militante: a partir de los debates en los que participó, Patón se propuso para participar de una brigada juvenil de ayuda en la comunidad de Ibarreta, en el norte formoseño.

Juventud y política

Las asambleas en Centros Comunitarios, pero también la militancia política como horizonte de transformación y rebeldía para estos pibes, deben entenderse no sólo como la propuesta de tal o cual organización para “sumar militantes”. Actividades como el Campamento Nacional de la Juventud se convierten en trincheras de lucha contra la exclusión, pero también en alternativas al sistema capitalista que los mantiene como población sobrante y amenaza latente. Los centros comunitarios y cooperativas de base, llevados adelante por pibes que toman consciencia en actividades políticas y militantes, pueden convertirse además en freno a la organización criminal en los barrios, que encuentra en el poder político y policial las complicidades necesarias para avanzar.

La relación entre “juventud y política”, tan mentada y tan manoseada también a partir de la orientación exclusiva que desde el gobierno se propone, asociando militantes jóvenes a la renovación de funcionarios onerosamente rentados, tiene en la historia del barrio Moreno otra dimensión, más profunda, reveladora. Los padres de los pibes, también integrantes del Movimiento, tomarán contacto con Alberto Santillán, quien ya lleva 10 años de lucha contra la impunidad por el asesinato de su hijo. Fue el propio Alberto quien, en una solicitada, meses atrás remarcó: “Hoy se habla de ´juventud y política`, pero es necesario no olvidar el compromiso de todos aquellos jóvenes, como Maxi y Darío, que se involucraron a pleno en la “política”, no en la politiquería de escritorio, sino en la lucha junto a los que menos tienen tras la idea de un Cambio Social que acabe de raíz con un sistema injusto que se ensaña con los más débiles”.

“La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud”, explicaba el Che, que ahora acompaña a los pibes de Moreno desde algunas remeras, afiches en los locales del Movimiento, pero sobre todo desde el estudio y la militancia. “Juventud, divino tesoro”, escribió el poeta Rubén Darío, aunque los pibes, si conocen el verso, será más a partir de la canción de Sumo que todavía suena en las radios. Hoy, la juventud de los barrios pobres es un tesoro que el sistema pisotea, un tesoro que la militancia popular tiene la tarea inexcusable de rescatar.

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* FOTO: Los pibes del barrio Moreno en el Campamento Nacional de la Juventud Darío Santillán. Gentileza Movimiento 26 de junio

1- Los asesinatos de La Tablada y Empalme Granaderos se encuentran denunciados en el comunicado de la CTA Rosario: http://www.ctarosario.org.ar/article802.html

2 y 3 – http://www.marcha.org.ar/index.php/nacionales/98-policiales/500-la-masacre-de-rosario

4- El Movimiento 26 de Junio se organiza en los barrios Moreno, Alvear, Vía Honda y Villa Manuelita/Tablada; la CTD “Aníbal Verón” complementa el trabajo barrial en Magnano y San Martín Sur, y en Villa Gobernador Gálvez, barrios Costa Esperanza y La Ribera. Coordinan la militancia con las agrupaciones universitarias Santiago Pampillón, de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, Psicología, Veterinaria, Bioquímica; y El grito, de Humanidades y Artes; y la agrupación de trabajadores/as La Fragua.