En la Plaza cantarán Silvio Rodríguez, Fito Páez y tocará la Orquesta Simón Bolívar. Pero después de los artistas, la presidenta hablará a una multitud politizada, que estará ahí para apoyarla.
MILITANCIA Y ADHESIÓN POPULAR K
Militantes y funcionarios de Unidos y Organizados estuvieron “bajando” a los barrios para promover la participación, no sólo en el conurbano bonaerense : movilizarán desde distintas provincias. No será todo aparato y colectivos pagos (que los habrá, aunque como en toda gran movilización popular, a diferencia de lo que propone el discurso gorila, sabemos que eso no es lo central) : en Plaza de Mayo habrá militancia popular organizada, base social. Sectores de clase media de la Capital -a quienes parece apuntar la selección de artistas- cuyo interés musical coincide con la adhesión a un kirchnerismo que garantizó juicios a militares y algunos otros aciertos. Pero también habrá vecinos y jóvenes del conurbano. Allí pesa la Asignación Universal, las cooperativas, los programas culturales para los pibes y algunas mejoras barriales, más allá del discurso.
Los militantes kirchneristas transmiten una mezcla de optimismo y realidad : “es necesario demostrar fuerzas por la etapa que se viene y para profundizar el proceso latinoamericano”, dice un peronista del conurbano. “Al kirchnerismo le irá bien en octubre porque no tiene que reponer muchas bancas”, analiza otra militante de DDD.HH. “Para 2015 habrá que apoyar a quien Cristina indique ; Scioli no es, Cristina no lo ve… por eso hay que ganar este año con la mayor cantidad de votos, aunque sea por el final del proyecto” se sincera el bonaerense, mientras su compañera, ya con menos entusiasmo, agrega : “imaginarme al kirchnerismo pos 2015 excede mi capacidad de análisis”. A su vez, el Chino Navarro, del Evita, anunció una columna de 80 mil personas sólo de su organización. Pero Edgardo Depetri, que reemplazó a Néstor Kirchner en el parlamento tras su muerte, vuelve a la moderación : “se trata de fortalecer a Cristina para que termine su mandato”. Aún en quienes militan “el proyecto”, sobrevuela la idea de estar festejando una década que está por dejar de ser.
LA DÉCADA… ¿GANADA, PERDIDA O EMPATADA ?
La “década ganada” que celebrará la militancia K deja como saldo, además de aquellos avances reales, una serie de consecuencias jodidas para otra importante porción de nuestro pueblo. No es el objetivo de este artículo abordar un análisis exhaustivo, pero sería impropio no mencionar las consecuencias del “modelo” extractivista depredador de los bienes comunes y la expansión de la frontera sojera a costas de comunidades campesinas y originarias ; la mantención de la estructura impositiva regresiva que perjudica a los más pobres ; la precarización y la pervivencia de índices de pobreza estructural ; el bloqueo al derecho al aborto y otras políticas públicas ; y las variables represivas que siguen sosteniendo estas injusticias, por métodos tradicionales o por medio de patotas sindicales, la pervivencia de las mafias policiales y el gatillo fácil o el espionaje a las organizaciones populares que mantienen reclamos y luchas justas.
FUTURO INCIERTO, APUESTAS A… ¿QUÉ CAMBIO ?
Estos límites estructurales se imponen aún sobre las políticas más reivindicables, esas que le dieron al kirchnerismo una importante base social (el 54% en 2011 equivalió a 11 millones de votos). Sumado a eso, la situación actual parece mostrar una perspectiva más preocupante. Estudios cercanos al sindicalismo oficialista reconocen el estancamiento de la actividad económica y el resurgimiento del desempleo que, en los últimos tres meses, revirtió su tendencia y volvió a impactar en pérdida de puestos de trabajo, la mayoría en el conurbano.
Por abajo y desafiando esos límites hay movimientos, luchas y acumulaciones graduales que, aún sin ser determinantes en la “gran política”, deben ser ponderadas. Aunque no es motivo de esta columna, por la pertinencia de la novedad podemos mencionar, como muestra, que en el estratégico gremio docente bonaerense, por estas horas (23 de mayo) se están cerrando las elecciones que arrojan triunfos de la oposición de izquierda (en base a una lista de unidad) sobre el sindicalismo kirchnerista en varios distritos de peso, situación empujada por las recientes luchas por el salario, impensada apenas dos años atrás.
Pero si se trata de ponderar los destinos posibles para el país a partir de 2015, en las presidenciales la alternativa por izquierda no parece ser la más seria amenaza para el kirchnerismo. Aún así, el clima de “fin de ciclo K” alienta a distintos sectores de la militancia popular que se animan a mayores apuestas, transformando la dificultad en desafío (al calor de estos debates puja por cobrar fuerza, aún en el terreno político-electoral, una nueva izquierda como correlato de diversos movimientos sociales).
La situación económica y cierto malestar social opositor operan como contracara de la adhesión popular que mostrará la Plaza del 25. Descartada la re-reelección de Cristina, el kirchnerismo queda expuesto a la impotencia de la no-sucesión. La oposición reaccionaria, aunque no tenga la necesidad de ir unificada en 2013 por tratarse de elecciones legislativas, sabe que se juega una oportunidad única en 2015, y tiene que resolver qué candidato intentarán convertir en el “Capriles” argentino, la esperanza blanca. Un conglomerado de fuerzas opositoras, tanto en su variable liberal-progresista (FAP) como conservadora-populista (PJ-PRO), que se oponga al kirchnerismo -o se proponga como su continuidad « moderada »- sólo parece prometer cambios regresivos, antipopulares.
Con independencia del balance “fino” sobre la década pasada (si ganada, empatada o qué) lo importante para el campo popular será la construcción de una fuerza capaz de concretar avances estructurales a favor del pueblo. Y para ello deberá prestarse mayor atención a aspectos que el kirchnerismo, aún en sus expresiones más genuinamente populares, subestimó : el empoderamiento popular como motor de un cambio social verdadero que, como proponen otros procesos políticos en Nuestramérica que el kirchnerismo reivindica pero no imita, apele a los trabajadores y el pueblo, desde abajo, y a la izquierda.